¡Cuchame!
Se terminó la espera: algún día hay que volver a viajar y yo decidí que ese día esté a la vuelta de la esquina. Después de cuatro meses guardado a la sombra del covid, el lunes 13 vuelvo a partir. Esta vez, la aventura indefectiblemente va a estar marcada por el bichito molesto que puso al mundo patas para arriba.
El destino: Santiago de Compostela, uno de los centros de peregrinación más importantes de todo el mundo y destino final de esas medievales rutas conocidas como Camino de Santiago.
¿Por qué voy a hacer el Camino justo ahora?
Creo que todos los que tenemos el afán de viajar tenemos una lista de destinos que queremos visitar y de rutas que queremos recorrer. El Camino de Santiago (creo) está en la lista de casi todos. En mi caso concreto, siempre tuve ganas de hacerlo, pero siempre lo postergué por “falta de tiempo”. Ahora, pese a que de a poco la industria del turismo está mayormente en stand by, el tiempo sobra, así que la excusa ya no es un obstáculo.
Por otra parte, en tiempos de covid, viajar a pie parece ser una buena alternativa para nutrir el espíritu nómade. Pero además de todo esto, hay que agregarle todos esos pequeños detalles que hacen del Camino una aventura del estilo Indiana Jones, aunque en nivel principiante: hay que ir conseguir la credencial de peregrino, sellarla en diferentes puntos a lo largo del Camino para después obtener un diploma (la Compostela) al llegar a Santiago.
En otras palabras, la pregunta no es ¿por qué voy a hacer el Camino justo ahora?, sino, más bien, ¡cómo no voy a hacerlo justo ahora!
¿EL Camino o LOS Caminos?: un poquito de historia
¡Buena pregunta! La verdad es que, aunque comúnmente escuchamos hablar de EL Camino en singular, las rutas de peregrinación a Santiago son varios y no solo una. Todo está relacionado con el origen de la peregrinación: al parecer, en el siglo VIII, en el marco de la Reconquista (esa serie de guerras y batallas entre cristianos y musulmanes que iban a marcar gran parte de la Edad Media en la Península Ibérica) un ermitaño cristiano le asegura al obispo de Iria Flavia que ha encontrado el sepulcro del apóstol Santiago (¡creer o reventar!).
La supuesta tumba del apóstol se volvió desde entonces un centro de peregrinación para muchos cristianos que viajaban desde los más recónditos rincones de Europa para llegar hasta Santiago. Así nacieron las diversas rutas que a día de hoy denominamos Camino de Santigo, pero como pueden ver, no se trata de un camino sino de varios: existe el camino francés, el camino primitivo, el camino portugués, el camino inglés, la vía de la plata y muchos más.
Yo voy a hacer el Camino Inglés.
¿Por qué el Camino inglés?
Son varios los motivos por los que decidí elegir esta ruta. El primero es que se trata de la ruta más corta: son poco menos de 120 kilómetros, lo que calculo que me llevará unos cinco o seis días. Es cierto que es posible hacer los últimos 100 kilómetros de cualquiera de los otros caminos, pero en este caso hay un plus al saber que estoy haciendo “el camino completo”.
Por otra parte, es uno de los caminos menos transitados: no es tan popular como el francés, el del Norte o el primitivo y eso se agradece a la hora de encontrar disponibilidad en los albergues de peregrinos, sobre todo en verano, y especialmente ahora que debido al covid, se redujo la cantidad de camas disponibles en cada albergue.
Por último, este camino va muy cerca de la costa, lo que quiere decir que, llegado el caso, podría echarme una escapada a la playa si el día se presta.
Mañana comenzaré los preparativos con vistas a partir el lunes. Tengo un poco de nervios porque no sé si estaré a la altura de la exigencia física (tampoco se trata de escalar el Everest, pero estos meses de cuarentena pasaron factura en el estado físico de uno) y no sé si tengo el equipamiento más idóneo, pero ganas sobran y entusiasmo también, así que les iré reportando novedades de esta aventura.
¡Deseenme suerte!
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